Libros del autor Virginia Woolf

Virginia Woolf (Adeline Virginia Stephen) nació en Londres en 1882, hija del escritor Sir Leslie Stephen y Julia Prinsep Jackson. Sir Leslie estaba emparentado con William Thackeray, y frecuentaban su casa escritores como Henry James (cuya influencia en Virginia Woolf es notoria), Alfred Tennyson o Thomas Hardy.

Julia era de una belleza extraordinaria, por lo que fue modelo de los pintores prerrafelitas, entre ellos Edward Burne Jones. La muerte repentina de su madre, acontecida cuando Virginia sólo tenía 13 años, fue la causa de su primera depresión. A ella se sumaron otras a lo largo de su vida, además de padecer un trastorno bipolar. Una situación tal vez derivada de los abusos sexuales que al parecer padeció llevados a cabo por sus hermanastros.

Tras la muerte de su padre, Virginia se trasladó con su hermana Vanessa al barrio de Blooms­bury, donde frecuentó a los miembros del conocido grupo y a otros intelectuales: Lytton Stra­chey, Keynes, Wittgenstein, Bertrand Russell, Gerald Brenan, Dora Carrington y Leonard Woolf entre ellos. En 1912 se casó con Leonard Woolf, y con él fundó la famosa editorial Hogarth Press, en la que además de publicarse las obras de Virginia, aparecieron libros importantes de Sigmund Freud, T. S. Eliot o Katherine Mansfield. En 1922 Virginia conoció a Vita Sackville-West, con la que estableció una relación sentimental que duró varios años, sin que por ello se resintiera la que mantenía con Leonard. De hecho, Orlando, una de las mejores novelas de Virginia (de la que existe edición española en una formidable traducción de Jorge Luis Borges) estaba dedicada a Vita.

El 28 de marzo de 1941 Virginia se suicidó. Llenó de piedras los bolsillos de su abrigo, y se sumergió en el río Ouse. Dejó la siguiente nota, dirigida a Leonard:

Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, pero sin mí podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo –todo el mundo lo sabe. Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo. V.